Hace 10 años se producía en Zaragoza una indescriptible sensación de vacío. El CAI Zaragoza, tras un par de años esperpénticos, con abandono del principal patrocinador y cambios de nombre incluidos, desaparecía del mapa.
El equipo que ascendió como Helios Skol y se consagró gracias a la famosa Copa del Rey ante el FC Barcelona, en el querido pabellón del Huevo, dando una de las más sonoras campanadas del deporte en España hasta la fecha (hablo de 1983), ya no iba a jugar nunca más...
Desde pequeño he sido un loco del baloncesto, jugando a minibasket desde un año antes de tener la edad oficial (con la ficha falsificada), siendo socio del CAI desde que pasamos a jugar al Príncipe Felipe, y bien antes de eso escuchando cada partido por la radio. Las épicas eliminatorias europeas, en las que perdíamos de 30 el partido de ida para remontar en la vuelta... la final de Ginebra (a la que no me dejaron ir y mis hermanos volvieron con una bufanda del PAOK), las finales ganadas y perdidas de la Copa del Rey, las semifinales de liga nunca superadas... Todo eso marca y mucho, si además en casa tienes hermanos mayores que viven el baloncesto y te lo meten en la sangre...
Recuerdo que tras la desaparición del equipo, casi me desenganché del baloncesto, viendo los partidos de la selección, y quizás las finales de la Liga, en las que siempre aparecían jugadores a los que no conocía de nada. Tal fue mi desilusión...
Sin embargo, seis años después, en el 2002, la bomba saltó, volvíamos a tener un equipo, de acuerdo, en la liga LEB (o segunda división, para que me entendais), pero el baloncesto volvía a Zaragoza.
El primer año de este equipo me pilló trabajando fuera, por lo que no me hice abonado. No me sonaba ni el nombre de los jugadores, y mucho menos los equipos contra los que jugábamos, pero bueno, el año no se empezó mal del todo. Sin embargo, un final de año horroroso y a jugar para no descender... parecía increíble, así que me saqué entradas para el famoso Play Out y esos fueron mis primeros partidos de la nueva época... Lo más positivo es que ganamos y nos mantuvimos...
El segundo año fue esperanzador, aunque para mi gusto había unos cuantos jugadores que no daban el nivel, llegamos a forzar un quinto partido para ascender a ACB, pero una muy mala segunda parte nos condenó...
La desilusión cundió en Zaragoza, pero como cada año, más de 7000 personas se abonaron. Yo seguía en unas circunstancias que no me lo permitían. Tercer año... quizás el fracaso más sonado. Conocíamos la categoría, parecía que había buenos jugadores, pero cambio de entrenador a mitad de temporada, quizás falta de implicación, no se formó un verdadero equipo y nos la dieron bien dada en la primera ronda del play off.
Este cuarto año, ya con el gusanillo demasiado dentro, sí me saqué un abono (bueno, 2, otro para Rosa). Desde el principio me gustó la filosofía del equipo, por mucho que los aficionados, habiendo esperado ya 3 años, se pusieran nerviosos con los primeros resultados. Eso de tener un mago por base, un veterano de la tierra curtido en mil batallas y con una garra increíble, un argentino que ya casi lo tenemos adoptado después de 3 años con nosotros, 5 grandotes que no se arrugan ante nadie, un segundo base mejor que muchos de los titulares de esta liga, y unos buenos complementos.. si se conseguía conjuntar, tenía que darnos alegrías.
Llegamos a los Play Offs de ascenso, tras una increíble segunda vuelta, en la que sólo perdemos dos partidos. La primera ronda la solventamos bien. Todos estamos ilusionados.
A día de hoy, en la eliminatoria definitiva, contra un gran (y durísimo equipo), estamos empatados a 1 y tenemos que ir a jugar dos partidos a su casa. ¡Tenemos que ganar al menos uno de ellos! Y que con el apoyo de toda la afición (que con razón es bien tildada de fría e incluso crítica con el equipo en no pocas ocasiones), subir por fin a la ACB. Sería bonito... 10 años después...